Lo reveló el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, tras realizar un relevamiento en 33 barrios de General Pueyrredon. El indicador supera el 55% en el grupo etario que abarca de los 6 a los 10 años.
El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) informó que el 47,1% de los niños que asisten a comedores de Mar del Plata y Batán sufren malnutrición.
El Isepci, en conjunto con Libres del Sur, llevó adelante la construcción del Indicador Barrial de Situación Nutricional (IBSN), una herramienta que permite realizar la detección precoz de malnutrición en niñas, niños y adolescentes que asisten a merenderos y comedores comunitarios.
Este trabajo, que comenzó en 2016, a fines del año pasado permitió relevar a 1.811 niños, niñas y adolescentes que asisten a 36 comedores y merenderos distribuidos en 33 barrios del partido de General Pueyrredón.
Al respecto, el director de Isepci en Mar del Plata, Rodrigo Blanco, afirmó: “Los resultados del IBSN ponen de relieve las problemáticas profundas de nuestra realidad actual, que deberían ser la prioridad de las políticas públicas. Esta investigación nos ha permitido observar que en los niños, niñas y adolescentes de 0 a 18 años relevados están presentes significativos valores de malnutrición en todos los grupos etarios”.
Blanco informó un 47,1% de malnutrición sobre un total relevado de 1.665 niños, niñas y adolescentes de 2 a 18 años. De ese número, presentaron sobrepeso un 22,5% y obesidad un 23,2%. Mientras que el indicador de déficit por bajo peso fue de 1,3%, y en riesgo de bajo peso, casi 2,3% de la población relevada.
Al distinguir por grupos etarios, Isepci observó algunas diferencias: en el grupo de 2 a 6 años, el 34% presentó malnutrición; en la franja de 6 a 10 años, la problemática afectó a más de la mitad (55,5%); y en los adolescentes de 10 a 18 años, el 50,6% fue alcanzado por alguna variante de malnutrición.
“Estas cifras nos afirman la tendencia de que la malnutrición infantil y juvenil se ha consolidado en alrededor de la mitad de la niñez y adolescencia de los barrios populares. Sobre todo entre los 6 y 18 años, con énfasis en el sobrepeso y la obesidad, lo cual pone en evidencia la existencia de problemas crónicos y estructurales en una buena parte de la población para acceder a alimentos nutritivos en cantidad y calidad necesarios”, sostuvo Blanco.
El informe arrojó también cifras preocupantes respecto a la situación nutricional de los lactantes: el 41,1% relevado entre 0 a 2 años se ubicó en algunas de las variantes de malnutrición.
Según el informe de Isepci, las causas son factores modificables durante el embarazo (bajo o alto peso del niño al nacer, ganancia de peso excesiva de la madre o diabetes durante el embarazo); complementación de la lactancia materna con otras leches de manera temprana (en muchos casos, por la necesidad de la madre de salir al mercado laboral sin contar con la posibilidad de amamantar); o motivos prevenibles durante los primeros meses de vida (consumo de alimentos con alto contenido calórico, pero bajo valor nutricional, complementación inadecuada de la lactancia materna).
Esto evidencia “un grave déficit” en el acceso al sistema sanitario de las madres durante el embarazo y los primeros meses de vida de los lactantes.
En relación al indicador talla/edad, Isepci observó este factor en el 5,2% y riesgo de baja talla en el 5,6% de la población de 2 a 18 años relevada. Esta cifra sube en el grupo de lactantes (asciende al 25,9%), sumado a un 11,9% de riesgo de baja talla.
“La principal causa de esta situación sigue siendo la desnutrición crónica. Es decir, niños y niñas que durante largos períodos de su vida no han recibido los nutrientes necesarios para tener un desarrollo acorde. Puede ser debido tanto a falta de aporte alimentario como a procesos infecciosos crónicos que produzcan esta situación u otras enfermedades”, explicó Lorena Quiroga, quien coordina el equipo territorial encargado de los relevamientos y es la referente del área de Salud Colectiva de Libres del Sur.
Y añadió: “De cualquier modo, la ineficacia del sistema sanitario para detectarlos y tratarlos nos habla de que no solo las estrategias de prevención y promoción están fallando, sino también el derecho de esta población a acceder a una atención oportuna”.
La especialista señaló que “la vulnerabilidad nutricional en la que se encuentra la población que asiste a copas de leche, merenderos y comedores comunitarios abre las puertas a enfermedades tanto en lo inmediato como en la edad adulta”.
“Todos estos niños, niñas y adolescentes integran grupos familiares afectados por múltiples vulnerabilidades. Uno de los principales condicionantes son los límites que imponen los reducidos ingresos que disponen para alimentarse: no hay elección ni posibilidad de hacerlo en cantidad ni en calidad, con los requerimientos nutricionales para el periodo de crecimiento”, apuntó Quiroga.
Por otro lado, el informe de Isepci planteó que el aumento sostenido del precio de los productos frescos (carnes, lácteos, frutas y verduras) agravó la tendencia del reemplazo de alimentos nutritivos por “rendidores” en las mesas de los hogares más humildes.
Así, mientras baja la ingesta de proteínas, hierro, calcio y vitaminas, sube la de hidratos de carbono y grasas. Al mismo tiempo, se consolida la preocupante adaptación de la dieta de la niñez a la de los adultos, sin complementar con productos necesarios para su desarrollo durante la lactancia y primera infancia principalmente.
“De este modo, el proceso inflacionario, la caída del empleo, el cierre de comercios y pymes y la menor posibilidad de realizar changas impactaron fuertemente en los sectores populares, comprometiendo las posibilidades de las familias de cubrir la canasta básica de alimentos”, analizó Blanco.
Y concluyó: “Profundiza esta situación el experimento que el Gobierno está haciendo con el Ministerio de Capital Humano. Pasamos de un modelo de política social construido por años, guiado por la concepción de que la presencia del Estado junto a la comunidad organizada aporta a garantizar derechos, a una concepción en donde el individuo es un eslabón más del mercado y debe arreglárselas para sobrevivir”.